M i nombre es Jorge Prieto. Ingresé en la Masonería en marzo del 2017, fui Elevado al Grado de Maestro Masón en diciembre del 2018 e ingresé en una Logia de Marca en diciembre del 2021.
En España, el hecho de que la masonería fuera perseguida y eliminada sistemáticamente durante cuarenta años de dictadura, ha resultado en que ni el número de masones es grande, ni su peso social tan significativo, como en otros países de nuestro entorno. Por ello, muchos de los masones españoles, y yo entre ellos, nos acercamos a la masonería, no por conocimiento personal de uno de sus miembros (como sí sucede en el Reino Unido, por ejemplo), sino a partir del interés suscitado por la lectura de libros y páginas web sobre historia y filosofía. Las razones que me animaron a acercarme a una Logia fueron que la masonería me ofrecía un espacio a compartir con otros hombres interesados en su desarrollo personal y en la mejora de la sociedad, de cualquier país, fe, inclinación política o estrato social, un espacio donde vivir los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, lejos de supersticiones o intereses partidistas. Siendo defensora de la dignidad humana, la tolerancia y la igualdad, con el objetivo de impulsar la verdad, el progreso social y el desarrollo moral e intelectual del ser humano a través de las ciencias, era el lugar donde yo sentía que pertenecía, antes incluso de entrar.
Una vez que fui miembro activo de una logia Azul, pude ver que, si los tres primeros Grados encerraban los conocimientos básicos del camino masónico, una vez completados se abrían múltiples vías de especialización, ingresando en otras Órdenes masónicas, antiguas y prestigiosas, en las que se hace especial hincapié en aspectos concretos, y distintos, de las virtudes humanas. Y una de ellas era la Marca.
Hay muchos mensajes encerrados en el simbolismo de su bella ceremonia, quizá el más notable el de hacernos recordar que no debemos juzgar a un libro por su cubierta, que todos somos valiosos, que todos somos importantes.
¿Qué publicidad se me hizo de este Grado? Se me animó a considerar unirme, en primer lugar por su característica de ser conocido ampliamente como “el Grado amistoso”, debido a la atmósfera de especial afabilidad que reina en sus Logias, sin que ello deba confundirse con una excesiva laxitud a la hora de llevar a cabo el Ritual, ni mucho menos.
Además, para un amante de la ortodoxia masónica, me resultó muy atractivo que se me informara de que era un Grado con una larga y sólida historia, ya que se constituyó formalmente a mitad del siglo XVIII en el Reino Unido, probablemente por inspiración escocesa, como una extensión y compleción del Segundo Grado de la masonería simbólica.
En tercer lugar, se me adelantó que la ceremonia de ingreso, al igual que las de los primeros Grados, era de auténtico carácter iniciático, en cuanto que el candidato representaba un papel en el que era sometido a distintas pruebas y compromisos que generaban en él una inquietud emocional de la que, si salía victorioso, adquiría el reconocimiento de ser aceptado por sus hermanos.
Y en último lugar, pero no por ello menos importante, he de confesar que la calidad humana y masónica de los Maestros Masones de Marca que conocía fue un elemento determinante de solicitar mi entrada en las Marca, porque sabía que con tales mentores, con tales compañeros, a quienes admiraba y respetaba por el ejemplo que daban, iba a poder viajar mucho mejor y más lejos en este camino de formación en el que los masones buscamos transformarnos en hombres buenos y de honor.
Hay muchos mensajes encerrados en el simbolismo de su bella ceremonia, quizá el más notable el de hacernos recordar que no debemos juzgar a un libro por su cubierta, que todos somos valiosos, que todos somos importantes, que todos podemos ser incluso esenciales para la feliz consecución de un proyecto y, por lo tanto, que debemos ser mucho más rápidos en abrir los brazos a nuestros semejantes, que en juzgarlos.
Todas y cada una las razones que me acercaron a solicitar el ingreso en la Logia de Marca resultaron fundamentadas. Todos amigos y Hermanos, representamos con entusiasmo y simpatía las ceremonias escritas hace trescientos años, hacemos vivir a los candidatos el psicodrama de enaltecimiento de la autoestima y nos vamos luego a nuestras casas, familias y amistades, inspirados para ser cada día mejores masones y mejores hombres.